lunes, 17 de junio de 2019



  De Crónicas Poco Comunes




  Ella estuvo aquí





El brazo ancho y lindo del río Magdalena se encuentra  delante de mí. Majestuosamente corre el río hacia el mar Caribe. Desde el balcón alto y abandonado de la que fue un día la plaza del mercado de Mompox  puedes meditar y soñar aquí durante horas. Las mangas constantes al otro lado del río ya son el departamento Magdalena, en este lado se llama departamento de Bolivar.

Por la mañana flotan las flores tarayas de un verde claro por el brazo del río Magdalena y muy muy tarde de noche el río está tan silencioso que viniendo de una bocacalle, así lo entras.


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Todo el mundo te deja en paz.
Estamos en la parte norte bien caluroso de Colombia donde el río Magdalena y Cauca casi se unen. En una isla en el río Magdalena está ubicado (Santa Cruz de) Mompox, ese es el nombre de un antiguo Cacique.

Las tres tribus Chimili, Zenú y Malibú vivieron aquí una vida pura antes de que los españoles y sobre todo la iglesia  hicieran valer su poder en esta región. En el museo histórico dentro de la Casa de la Cultura de Mompox uno puede seguir en forma bonita la historia limitada de estos indígenas.

La mini-ciudad es la más vieja y linda de Colombia dice la voz popular. La temperatura puede subir hasta 48 grados. Desde el río hay cuatro calles. La primera calle se llama Albarada y está ubicada como un bulevar a lo largo del río. La segunda calle se encuentra paralela a la Albarada, se llama Calle Primera. La tercera calle es la Calle Media, la calle más importante con mucha actividad y la cuarta calle se llama la calle de Atrás o sea la  Calle detrás de la Media, también activa. La Calle media no puede aguantar mucho tráfico, allí está el piso lleno de sudor de negros que construyeron esta calle en la ´poca española. El Señor Cabra, vecino de Sixta, ve en sus sueños hasta el día de hoy que el español que construyó aquí su casa, le solicita velar por poco tráfico. Doña Sixta también cuenta que casi toda la pequeña ciudad está edificada en un cementerio. Los españoles aquí supieron causar estragos y se sentían bien a sus anchas. 


                                                           
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Mompox era una ciudad de conexión llena de energía entre el norte y sur de Colombia donde hoy se encuentran un sinnúmero de iglesias.



La mañana siguiente caminando me topo con el Colegio del Sagrada Corazón. Aquí estuvo ella. Aquí iba Mercedes, con antepasados egipcios por el lado paterno, al colegio. Esto era en los años cuarenta y ella ya muchos más antes de Gabriel escribió. Por ejemplo, sobre el río Magdalena que cerca de su internado pasaba. Ella era su creatividad.

Con su ensayo “Importancia  del río Magdalena” en ese entonces ganó el tercer premio en el concurso estudiantil y su artículo fue publicado en Ecos de Pinillos en 1947, revista del colegio masculino de Mompox.






Sagrado corazón hoy.
                                                         
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El moto-taxi anda lentamente. Me lleva a la casa de Josefa Sagrario. Esta dama de buena clase  hizo llegar sus cadenitas de plata a través de la cama al platero Modesto. Este no se atrevió elaborar las alhajas. Las llevó donde su buen amigo Don Alivio para guardarlas.

Continuamos el camino  en el moto-taxi, que ronca, hacia la Casa del Diablo. El propietario de este bloque de casas trataba mal a sus trabajadores. No quedó nada del edificio en la esquina. Las ventanas te miran como huecos negros y al caer la noche parece un monstruo lúgubre.  ´Sí, el diablo se mueve  aquí todavía´, me dice un transeúnte. Es una gran máscara.

Cuando te mueves por Mompox a pie, tienes que contar con aceras altas. Esto para resistir el agua del río Magdalena. Cuánto más de cachet la casa, más alta la acera. Por ejemplo, la acera delante de la casa de la Marquesa de Mompox donde figura en un letrero al lado de la puerta el apellido holandés De Mier.

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Los que de verdad deben venir a Mompox son los amantes del jazz.

Cada mes de septiembre se organiza un Festival de Jazz con una oferta bastante excelente de buena música jazz. Esta se mezcla con la música local religiosa y folclórica. Hasta semanas después suena en las casas solemnes criollos de buena acústica la música jazz de todas las partes del mundo.

Y el que se siente todavía católico nn puede pasar por alto la semana Santa antes del Domingo de Pascuas. Una procesión larga e intensa pasa por las calles de Mompox donde también las mujeres llenas de valentía cargan los Pasos*.

El aguardiente te ayuda a ser bastante fuerte y valiente para eso.


*Paso: una camilla con tu santo favorito que se carga en los hombros.



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La autopista hacia El Paso está abandonada, despacio el viejo pichirilo  adelanta.  La mañana alumbra, un sol naranja sube encima de la sabana. Nos aproximamos al pueblo La Gloria. En la ida desde Valledupar hacia Mompox ya muy muy tarde de noche recogimos aquí una madre de unos treinta años. Acabó de dar luz a su séptimo hijo esa misma mañana.
Tenía que ceder su cama en el hospital de El Plato, porque otra madre por dar a luz, ya estaba en la fila para su cama.

La señora se lama Migdonia. Está muy pálida, débil pero su mini-hijo duermo en paz en los brazos de la joven vecina al lado de ella en el banco de atrás. ´Mi esposo me espera en un carro blanco en la próxima bifurcación´, dice de pronto. Salimos de la carretera principal y vemos a una moto viejo donde sentado un joven colombiano. Al lado de él se encuentran dos otros colombianos, también con una moto de la mano. Esta es la comitiva que acompaña la madre a su casa. En la casa la espera agua panela y papilla de yuca. Me viene a la mente el dicho de la costa Caribe de Colombia: ´Vas a dormir de a dos y te despiertas de a tres´.

Pasamos por las largas plantaciones de bananos y palmas. Son de un intenso verde y bien sanos. También en ésas hay mucho sudor. El calor y la mini-chequera del propietario son la causa.

Estamos cerca a Ariguari, donde el biblio-burro le gusta mostrarse. El burro de la biblioteca. En sus dos flancos carga dos enormes bolsas de bicicleta con libros infantiles. Durante semanas el bibliotecario Don Luis  anda en su burro y con los libros por las montañas  que forman las extensiones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Ya años don Luis se encarga de esta tarea voluntaria. Al llegar a mi casa en Sabaneta preparo una caja grande de libros infantiles para él.
                                                        
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Por fin: el secreto mejor guardado de Mompox son sus plateros. 

En cada calle y esquina  con su sinnúmero de talleres.  Ya durante siglos elaboran la plata de las minas cercanas del departamento del Cesar. En sus manos la plata se vuelve alhajas finas de filigrana. Son de una creatividad única. Cada alhaja es diferente. Tan hermosas no las encuentras en Toledo, España.



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 Con mucho agradecimiento a:
Ricardo Arquez (guía colombo-argelino indispensable y bien documentado)
Ernesto J. Jaramillo S. (Miembro Numerario de la Academia de Historia de Mompox)

Mompox, departamento Bolivar, Colombia, 31 de diciembre 2018
Autora: Layra (sinónimo José Martha Alleleijn) 




    @ Cuento con derecho de autora

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